martes, 18 de febrero de 2014

Y mientras tanto... ¿donde esta Dios?

Es un niño Sirio atravesando el polvoriento desierto con su pequeña bolsa cargada de  miedos, temores, lágrimas, deseos y sueños. 
Hoy esta imagen le esta dando la vuelta al mudo, mientras decenas y decenas de inocentes en Siria huyen y mueren cada día víctimas de una guerra sin sentido, de una guerra que al resto del mundo nos parece injusta, degradante e inmisericorde, pero que a su vez observamos desde occidente con indiferencia y absoluta pasividad.


Es en estos y en otros casos similares cuando algunos se preguntan: ¿existe de verdad Dios? Y si existe, ¿donde está? ¿porque es indiferente ante tal degradación de la raza humana? ¿porque no hace nada para frenar injusticias como estas?


Como persona que soy, desde la perspectiva puramente humana; tengo que confesar que también soy vulnerable a tales cuestionamientos, sin embargo inmediatamente mi memoria se traslada a aquel episodio del  libro del Génesis cuando el hombre le falla a su creador. 

Allí Dios da unos parámetros, sienta unas bases, marca unas normas de convivencia; incluso da libre albedrío, pero el hombre haciendo uso precisamente de este último, determina en su libre elección; hacer cualquier cosa con el fin de ser igual a Dios, eso incluía transgredir esas normas que Dios mismo había predispuesto unos momentos antes. Tal actitud tanto de Dios como del hombre me llevan a pensar y a concluir entonces que “DIOS ES SOBERANO Y EL HOMBRE RESPONSABLE DE SUS ACTOS”.

Dios es, existe y es real  y  tiene el control de todo cuanto pasa en el mundo y de quienes lo habitamos, sin embargo ha sido decisión única y exclusiva del ser humano administrar mal, corrupta y deshonestamente los recursos que Dios mismo le ha entregado para vivir aquí en la tierra.

Ha sido la ambición desmedida y mal intencionada del “QUERER TENER Y QUERER LLEGAR A SER”  por parte de algunos,  la que hoy por hoy  tiene a millones y millones de inocentes  pasando hambre, frio, guerras, pestes, y demás tragedias que como ésta, la de Siria; nos abruma y encoge en un puño el corazón.

No culpemos mas a Dios de nada de lo que ocurra o deje de ocurrir en este loco, convulso, injusto y desorientado mundo, porque recuerda que “DIOS ES SOBERANO PERO EL HOMBRE TIEDRÁ QUE ASUMIR SU RESPONSABILIDAD”.

Mauricio Álvarez.

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