jueves, 21 de abril de 2016

Estar triste se vale

No aceptes que otros impongan su experiencia sobre tu proceso. Los que te dicen: "no llores, no tienes fe, no confías lo suficiente, etc...etc.."; usualmente son personas que viven en una burbuja mística, religiosa y dogmática; sin entender a estas alturas que cada persona es un mundo y que Dios trabaja con el individuo, no con la masa. 
La realidad es que hay tiempos muy difíciles que se enfrentan en este largo viaje de la vida, y ninguno de nosotros (por muy "espirituales" que nos sintamos) estamos inmunes a ellos.

No es pecado estar triste cuando se derrumba todo y estas enterrado o enterrada en los escombros de una vida que quizá no elegiste ni habías planificado.
No es pecado estar triste cuando la cuenta del banco esta en cero y no visualizas otra posibilidad económica al alcance.
No es pecado estar triste cuando te sientes traicionado o traicionada por aquella persona en quien a ciegas has confiado.
No es pecado estar triste cuando llevas luchando mucho tiempo con lo mismo y apenas te quedan fuerzas para continuar.

Cualquiera que sea el reto que estés enfrentando ahora, acepta que es absolutamente humano no sentirse bien todo el tiempo.
Aquellos que perseveran a través de esa temporada, son los que al final obtienen el triunfo de la vida. Persevera, aguanta, resiste; todo tiene su tiempo.

No tengas temor de decirle al Señor que no eres capaz, él te entiende; él también tuvo miedo de ir a la cruz, no obstante recibió la extraordinaria fuerza del Padre para cumplir con su misión; fuerza que hoy también está a tu disposición. Recuerda las palabras de Pedro: "echa tu carga sobre él, porque él tiene cuidado de ti". Así que solo es cuestión de tiempo hasta que veas la mejor versión de ti mismo; y después que hayas salido reforzado de tu particular desierto, ve y cuéntales a otros lo que el Señor ha hecho contigo. Pero recuerda: "no impongas tu experiencia sobre el proceso del otro".