Pero tu, ¿Por qué juzgas a tu hermano? O tu también ¿Por qué menosprecias a tu hermano?
Romanos 14:1-12
Pablo habla en este pasaje acerca de las diferencias de opinión y conducta y cómo debemos de reaccionar ante ellas. Los seres humanos, incluidos los seguidores de Jesús, tenemos una tendencia, en ocasiones enfermiza, hacia la uniformidad, a que todos pensemos y opinemos de la misma forma, de la forma correcta que, naturalmente es la nuestra. Contrariamente, todo en la creación de Dios nos muestra y enseña diversidad. El mismo Pablo hablando a los seguidores de Jesús que se reunían en Corinto habla de que es el Espíritu Santo el autor de la diversidad y la pluralidad.
Pablo habla en este pasaje de que hay dos errores que a menudo cometemos: juzgar al otro y despreciarlo. Ambas conductas demuestran una actitud de superioridad hacia el otro. Pensamos que somos mejores o que tenemos la verdad absoluta de todo, en contraste con el otro que está equivocado y es un pecador, carnal, mundano, poco espiritual y un largo etcétera. Naturalmente justificamos nuestro juicio o desprecio con argumentos espirituales, bíblicos o teológicos. Son precisamente éstos (mal interpretados teológicamente por nosotros) los que nos proveen la base para condenar y/o despreciar a los demás. Quienes creemos en Jesús nos hemos dedicado (no todos obviamente) a “criticar y mandar al infierno” a otros que no piensan y hacen como nosotros. Personalmente se me ponen los pelos de punta cuando escucho y leo frases como “predica la verdad aunque el otro se ofenda”, “se un cristiano radical” y como esas muchas mas, que siendo muy sincero creo que debo dar la razón a quien no quiera conocer a ese Jesús que de esa forma tan hostil y beligerante se le predica.
La misión evangelizadora de ser sal y luz, casi siempre la convertimos en un absoluto desprecio y rechazo al otro, lo confundimos todo. No hemos sabido, o no nos han explicado (que es lo peor); donde termina la misión y donde empieza el respeto, he ahí una de las posibles razones de que hoy día muchos no quieran saber nada de Jesús y la iglesia.
No obstante el apóstol indica con total y absoluta rotundidad que no se nos ha concedido semejante derecho que, como el mismo indica; corresponde únicamente al Señor que será quien nos juzgará a cada uno de nosotros. Nos ayudaría en las relaciones personales y de iglesia aplicar este principio de respeto hacia la diversidad y diferencia de criterio. En vez de criticar y faltar al otro, deberíamos ofrecer de Dios su amor, gracia y misericordia, y junto a ellas una alta dosis de tolerancia, respeto y aceptación.
Mauricio Álvarez
Romanos 14:1-12
Pablo habla en este pasaje acerca de las diferencias de opinión y conducta y cómo debemos de reaccionar ante ellas. Los seres humanos, incluidos los seguidores de Jesús, tenemos una tendencia, en ocasiones enfermiza, hacia la uniformidad, a que todos pensemos y opinemos de la misma forma, de la forma correcta que, naturalmente es la nuestra. Contrariamente, todo en la creación de Dios nos muestra y enseña diversidad. El mismo Pablo hablando a los seguidores de Jesús que se reunían en Corinto habla de que es el Espíritu Santo el autor de la diversidad y la pluralidad.
Pablo habla en este pasaje de que hay dos errores que a menudo cometemos: juzgar al otro y despreciarlo. Ambas conductas demuestran una actitud de superioridad hacia el otro. Pensamos que somos mejores o que tenemos la verdad absoluta de todo, en contraste con el otro que está equivocado y es un pecador, carnal, mundano, poco espiritual y un largo etcétera. Naturalmente justificamos nuestro juicio o desprecio con argumentos espirituales, bíblicos o teológicos. Son precisamente éstos (mal interpretados teológicamente por nosotros) los que nos proveen la base para condenar y/o despreciar a los demás. Quienes creemos en Jesús nos hemos dedicado (no todos obviamente) a “criticar y mandar al infierno” a otros que no piensan y hacen como nosotros. Personalmente se me ponen los pelos de punta cuando escucho y leo frases como “predica la verdad aunque el otro se ofenda”, “se un cristiano radical” y como esas muchas mas, que siendo muy sincero creo que debo dar la razón a quien no quiera conocer a ese Jesús que de esa forma tan hostil y beligerante se le predica.
La misión evangelizadora de ser sal y luz, casi siempre la convertimos en un absoluto desprecio y rechazo al otro, lo confundimos todo. No hemos sabido, o no nos han explicado (que es lo peor); donde termina la misión y donde empieza el respeto, he ahí una de las posibles razones de que hoy día muchos no quieran saber nada de Jesús y la iglesia.
No obstante el apóstol indica con total y absoluta rotundidad que no se nos ha concedido semejante derecho que, como el mismo indica; corresponde únicamente al Señor que será quien nos juzgará a cada uno de nosotros. Nos ayudaría en las relaciones personales y de iglesia aplicar este principio de respeto hacia la diversidad y diferencia de criterio. En vez de criticar y faltar al otro, deberíamos ofrecer de Dios su amor, gracia y misericordia, y junto a ellas una alta dosis de tolerancia, respeto y aceptación.
Mauricio Álvarez

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